Cigarral de Menores
Un recorrido sonoro por una mañana de mayo
Carlos de Hita
Amanece el día con el tañido de las campanas que llegan desde la lejana Toledo. Más cerca, un mirlo canta entre dos luces y un agateador común (00.04) lanza su grito, agudo y estridente. Grazna una grajilla (00.19). El parloteo de un jilguero (00.41) toma el relevo del mirlo. Al fondo, desde los pinos, empiezan a arrullar las palomas torcaces, que ya no pararán.
Con sus rebuznos entra en escena Bruno (01.17), habitante ilustre del Cigarral.
Un verdecillo (01.17) lanza ahora su canto, a base de estrofas largas, estridentes, apresuradas. Y las torcaces arrullan más cerca (01.30). La triple nota de la abubilla define la línea del horizonte sonoro. Contra el cielo pasan los parloteos desordenados de un bando de abejarucos (01.55) que van y vienen desde los taludes del río.
A medida que pasa la mañana y templa la atmósfera, el paisaje sonoro se enmaraña y ya casi es imposible distinguir unas voces de otras. Hasta que el gruñido áspero de una urraca (02.49) da paso al canto rítmico, a compás, de un carbonero común (02.59). La brisa mece las copas de los pinos, silba una oropéndola, tañe de nuevo la campana, vuelve el mirlo a primer plano.