En los días de calor, el sonido de las cigarras domina el aire, y sus contínuos cantos apagan todos los ecos, las aves concentran sus cantos en las horas donde hace demasiado fresco para que puedan cantar las cigarras.
Estos animales pueden pasar muchos años en estado de ninfa, inmóviles y agarrados a las raíces de los árboles, succionando el magro caldo de la savia, y tras ese duro periodo su dedicación a la emisión de sonidos para atraer pareja es exclusiva, intensa y apabulllante.
Cuando al temperatura es alta y les permite contraer sus músculos de las alas el sonido generado es embrujante. Solo el sordo murmullo, mucho más grave, de los cursos de agua se atreve a completar este paisaje sonoro.
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